INNOVACIÓN EDUCATIVA Y COMPLEJIDAD
La
globalización y la sociedad del conocimiento requieren un nuevo esquema de
pensamiento, un nuevo prototipo de hombre que aporte a la construcción de
un mundo más pacífico, próspero y justo; se requieren personas líderes que
trabajen por la conservación del planeta, la inclusión, la dignidad y el bien
común; que hagan uso interactivo de herramientas, que interactúen entre grupos
heterogéneos y que también de forma autónoma, y para ello la escuela y la
educación junto a sus líderes, juegan un papel protagónico, y deben procurar el
desarrollo de las capacidades de los individuos para pensar por sí mismos y
asumir la responsabilidad de sus aprendizajes.
Somos testigos
de una segunda gran mutación en la historia de la humanidad, la revolución del
conocimiento, de tal forma que como un efecto dominó, la educación ha sido influida por esta
“crisis paradigmática” que obliga a repensar las prácticas pedagógicas
tradicionales, caracterizadas por la transmisión de contenidos curriculares, lo
cual viene limitando el desarrollo de procesos de investigación en el aula y
configurando un obstáculo que además frena la aplicación de nuevas teorías y
tendencias pedagógicas, y con ello los aprendizajes significativos por parte de
los estudiantes.
La planetariedad entendida como la
sensibilidad hacia la tierra, nuestro hogar y con ella características como la
pluridiversidad y la interconectividad emergen como ideales implícitos al tema
educativo y de los cuales el maestro es partícipe como constructor de saber en
comunidad, dejando a un lado el monopolio del saber, pasando a ser un hacedor
de su saber, al tiempo que investigador de su entorno en un diálogo permanente
con su contexto tanto local como global. En este orden de ideas, la planetariedad se
relaciona estrechamente con el cuidado y la sostenibilidad, conceptos de
inmensa relevancia e importancia en la coyuntura nacional de un nuevo país más
respetuoso del otro y del medio ambiente, configurando otras relaciones
pedagógicas como la interculturalidad, relacional dialógico y construcción de
ciudadanía.
El mundo es complejo, en
efecto la naturaleza es un todo conformado por un conjunto entramado de
sistemas, que no puede ser simplemente reducido a la suma de sus partes. El ser humano es incapaz de agotar su comprensión
de la realidad con una sola visión o punto de vista. En este sentido, las ciencias de la
complejidad brindan una racionalidad que permite comprender mejor el planeta
que habitamos. En la interdisciplinariedad
y la multidisciplinariedad se enriquece una disciplina con los saberes de
otra. De allí han nacido diversas
ciencias a partir de diadas o triadas de disciplinas que se alimentan
mutuamente como la neuropsicología, la astrofísica, la inmunofarmacología,
introduciéndonos en un nuevo paradigma, el paradigma sistémico
Mientras esto ocurre en el
mundo de la complejidad, en el mundo de la escuela se continúa parcelando y
fragmentando el conocimiento en un sinnúmero de asignaturas desarrolladas a
través de unas prácticas pedagógicas propias de los modelos heteroestructurantes o
magistrocentristas, caracterizados por el transmisionismo y el papel
enteramente protagónico del maestro. Las realidades, incertidumbres y
complejidades del contexto local, regional y global muy escasamente son
curricularizados.
. Al tener en cuenta el concepto
de complejidad, es imposible abordar el proceso de enseñanza aprendizaje desde
la forma tradicional: debe ser articulado con la investigación en el aula, ya
que desde la complejidad el proceso de aprendizaje involucra el desaprender y
el reaprender, sin una lógica lineal sino espiral que implica el continuo redescubrimiento y
complejización del objeto de aprendizaje inmerso en un sistema concatenado con
la realidad contextual del aprendiz.
Tomado de http://www.scielo.org.bo/scielo.
Quizás la escuela de principios y
mediados del siglo XX respondía excelentemente a la necesidad de formación
donde importaba en gran medida la formación cultural y el conocimiento
enciclopédico de las ciencias básicas.
Sin embargo ese modelo se ha desplazado introduciendo nuevas realidades
emergentes que privilegian el trabajo colaborativo, la necesidad de un ser
humano íntegro en lo ambiental y lo planetario, así como en el ejercicio de su
ciudadanía. Es así como algunos de los
cambios importantes al interior de las escuelas está relacionado con una
práctica de aula investigativa mucho más relacionada con los intereses del
estudiante y que permitan aprender y aprehender de las interacciones y de las
innovaciones del entorno. Así tiene
sentido pensar en organizar la dinámica
en el aula desde un enfoque investigativo, que permita al docente auto
transformar sus planteamientos pedagógicos,
construyendo conocimiento a partir de la riqueza cultural adyacente a su
comunidad de aprendizaje.
La complejidad y la realidad emergente de este cambio de época obligan a pensar una educación innovadora que de respuesta a las necesidades del educando desde el concepto de planetariedad y ciudadanía
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